
La FSA analizó 206 carcasas de caballo en mataderos británicos desde el 30 de enero, en ocho de las cuales halló rastros de fenilbutazona. “Seis fueron enviadas a Francia y pueden haber entrado en la cadena alimenticia”, declaró. Las dos restantes no salieron del matadero y fueron destruidas conforme a la legislación europea, precisó en un comunicado. La FSA trabaja actualmente con las autoridades francesas para tratar de seguir la pista de esta carne de caballo. La fenilbutazona, un medicamente comúnmente utilizado en equinos pero con un uso limitado en humanos debido a posibles efectos adversos para la salud, está prohibido en la cadena alimentaria por la Unión Europea (UE). Sin embargo, el ministerio de Sanidad británico minimizó los efectos para la salud humana de este medicamento, que se receta también a adultos con formas severas de artritis o ataques agudos de gota, estimando que representa “un riesgo muy bajo”. “A los niveles de fenilbutazona que se han encontrado, una persona tendría que comer entre 500 y 600 hamburguesas diarias elaboradas con 100% de carne de caballo para acercarse al consumo de una dosis humana”, declaró la máxima responsable de asuntos médicos en el ministerio, Sally Davies. El escándalo, que comenzó en enero en el Reino Unido y en Irlanda, donde la carne equina es culturalmente considerada tabú, se internacionalizó la semana pasada con el descubrimiento en Inglaterra de lasañas Findus fabricadas por Comigel con carne supuestamente rumana que transitó por Holanda y Chipre antes de llegar a la proveedora Spanghero. El gobierno francés retiró provisionalmente la licencia sanitaria a la empresa agroalimentaria Spanghero, proveedora de Findus, acusándola de “engaño económico”, y enviará inspectores a sus instalaciones. (AFP)